Mar del Olmo

CRECIMIENTO PERSONAL

CRECIMIENTO PERSONAL

Nos preocupamos por cuidar la alimentación de nuestros hijos para que crezcan sanos y fuertes, descuidando otros aspectos de la personalidad que son tan importantes o más que la longitud de sus huesos.  Hemos llegado a creer que dejamos de crecer cuando llegamos al tope de nuestra estatura como adultos. Nada más lejos de la realidad. Con el tiempo hemos aprendido que una persona nunca deja de evolucionar y aprender si ese es su deseo.

CRECIMIENTO PERSONAL

No hablo del aprendizaje de materias específicas, sino de crecimiento personal, de ese deseo de seguir avanzando a lo largo de toda nuestra existencia, manejando herramientas que nos harán más fácil nuestro paso por la vida. Muchas veces me he preguntado cómo habría sido mi vida si en el colegio me hubieran enseñado inteligencia emocional en lugar de obligarme a memorizar las capitales de países que hoy ni siquiera existen.

Tal vez habría sabido llevar mejor mis fracasos amorosos y laborales; es probable que hubiera potenciado esas áreas en las que era tan buena, en lugar de empeñarme en parecerme a los demás y ejecutar funciones para las que no había nacido.

He contado muchas veces cómo hace tres años mi cuerpo y mi mente dijeron basta. Había llegado al límite de lo que podía ofrecer en mi compañía. No era feliz en mi trabajo porque sentía que no aportaba nada a la organización, y mi autoexigencia no me permitía seguir fingiendo que era una pieza del engranaje empresarial. Así que un día hice las maletas y me fui. No fue fácil, tenía una edad muy complicada para reinsertarme en el mercado laboral y arriesgué mucho, tal vez demasiado.

CRECIMIENTO PERSONAL

Es cierto que me reinventé, pero en ese camino de aprendizaje y de encontrar mi lugar sufrí mucho.

Me habría gustado contar con un profesional que pudiera ayudarme a interpretar mis señales, a analizar mis fortalezas y mis debilidades y lo que de verdad era abundante y sobresaliente en mi personalidad. Conocerse a uno mismo es la asignatura más difícil que debemos cursar; y no hay manuales que nos metan a todos en un mismo rasero.

Porque solo cuando eres consciente de lo mejor de ti eres capaz de mostrarlo a los demás y ponerlo al servicio de un equipo, una familia o tu propia existencia.

Si echo la vista atrás, soy capaz de arrepentirme de muchas decisiones que tomé en mi vida personal por hacer lo que se esperaba de mí y no para lo que yo estaba predispuesta. Nadie, ni yo misma, me molesté en ahondar en mi verdadero potencial para trabajarlo, abonarlo y ponerlo al servicio de los demás. Ahora sé que habría sido mucho más feliz si lo hubiera hecho.

Pero nunca es tarde mientras haya camino por recorrer. Ahora sé quién soy, en qué soy buena, cuáles son mis debilidades y cómo debo conducirme por la vida para que las cosas fluyan de una manera más natural. Ahora sé qué es lo que quiero y qué es lo que evito porque no me hace bien. Ahora me siento mucho más segura de mí misma y de lo acertado de mis decisiones. Ahora soy mucho más yo que nunca.

Parafraseando una frase del Cholo Simeone: «Nunca dejes de crecer».

 

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