Mar del Olmo

Tengo depresión, ¿qué hago?

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Las ventajas de ser mujer no tienen parangón. Encabezamos la lista del paro, de víctimas del coronavirus, de incidencia de la depresión y de la esperanza de vida.

Aunque, teniendo en cuenta todo lo que antecede a la esperanza de vida, opino que es mejor morir antes, porque lo suyo debería ser contar con un mínimo de calidad, no con una vida de mierda.

Con perdón.

Personalmente, estoy muy preocupada con la salud mental que nos va a quedar después de esta pandemia que tiene visos de permanecer a nuestro lado durante mucho más tiempo del previsto.

Muchas son las causas que han mermado dicha salud mental. Estamos tan sobrepasados por los problemas de salud física que nos estamos olvidando de los estragos producidos en nuestras cabecitas desde aquel aciago mes de marzo. La falta de relaciones sociales, el encierro durante tres meses, los cambios de nuestras vidas, la merma de la calidad de vida, la incertidumbre y el miedo constantes están contribuyendo a ello.

No soy psicóloga, por supuesto. Respeto mucho a esos profesionales y les he pedido consejo y revisión de mi texto antes de publicarlo. Así que intentaré no rebasar la delgada línea que separa un consejo de una intromisión en toda regla. Por cierto, muchas gracias, Cris. 

Lo primero que debemos conocer es ¿qué es la depresión?

Es una alteración del estado anímico en el que se presentan una serie de síntomas. Puede permanecer durante un período de días, semanas, meses e incluso años. 

¿Cuáles son los síntomas de la depresión?

  • Estado de ánimo irritable o bajo la mayoría de las veces

  • Dificultad para conciliar el sueño o exceso de sueño

  • Cambio grande en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso

  • Cansancio y falta de energía

  • Sentimientos de inutilidad, odio a sí mismo y culpa

  • Dificultad para concentrarse

  • Movimientos lentos o rápidos

  • Inactividad y retraimiento de las actividades usuales

  • Sentimientos de desesperanza o abandono

  • Pensamientos repetitivos de muerte o suicidio

  • Pérdida de placer en actividades que suelen hacerlo feliz, incluso la actividad sexual

 

Como has podido leer, no es ninguna tontería. Y no hace falta llegar al punto de los pensamientos repetitivos de muerte o suicidio para alarmarse.

No se trata de levantarte llorona un día sin saber el motivo exacto. No. La depresión puede llegar a ser incapacitante. No te permite realizar tus labores diarias, tus rutinas.

Aunque también existe otro tipo de depresión: la depresión encubierta. Basta con tener cinco síntomas o más de los anteriormente citados para que lo sea. Sin embargo, este tipo es bastante más sibilino. Porque la vida sigue transcurriendo aparentemente normal, pero cualquier acto mínimo sigue suponiendo un esfuerzo titánico.

Si tienes un trabajo remunerado no puedes realizar las tareas para las que se supone que te han contratado. Y, cuando llegas a casa, algo tan sencillo como preparar una cena, hacer una cama o incluso ducharte es un trabajo más digno de Hércules que de un simple mortal.

Como te he contado al inicio, la mujer tiene, estadísticamente, mayor propensión a padecer una depresión.

¿Cuáles son las causas de la depresión en la mujer?

Empecemos diciendo que las mujeres son el doble de propensas que los hombres a padecer un trastorno depresivo según la Clínica Mayo.

Incuestionable, ¿verdad?

Nuestra tendencia a padecerla empieza en la pubertad con los cambios hormonales. Otra vez nuestras amigas menstruación y menopausia atacando donde más nos duele. Ellas sí que saben cómo hundir la flota…

Las hormonas no son las causantes de la depresión, pero sus cambios sí pueden llevarnos a esa alteración de los estados anímicos que, en épocas tan importantes como la pubertad o la menopausia, pueden conducirnos a un estado depresivo. 

Así que al próximo que te pregunte con sorna si estás en «esos días del mes», échale en cara su ignorancia y muéstrale este artículo.

Sí que se demuestra que el efecto montaña rusa de las hormonas afecta a nuestra salud mental. De hecho, algunas veces el síndrome premenstrual puede derivar en depresión si es severo.

Tras dar a luz, hay multitud de mujeres que sufren depresión postparto y puede llegar a ser de extrema gravedad.

La menopausia también acarrea trastornos con la irregularidad de los niveles hormonales. Salimos de una para meternos en otra peor.

¡Me encanta ser mujer! Y una mierda.

Pero no solo de hormonas se alimenta la depresión. Con la pandemia se ha formado un caldo de cultivo idóneo, la tormenta perfecta, la cuadratura del círculo, el alma del caos.

La ansiedad que provoca la fragilidad de nuestra estructura económica en la era Covid-19 ha hecho aumentar los casos de depresión. Sumémosle que aún nos queda mucho trabajo por hacer en el reparto de las tareas domésticas y, por lo tanto, la sobrecarga de la mujer que trabaja fuera de casa es mayor.

Te recuerdo que te he enseñado antes que la tasa de paro en la mujer es mucho mayor que entre el colectivo masculino. Es mucho más probable que una mujer en paro sufra un aumento de la ansiedad por dicha incertidumbre económica, padezca los cambios hormonales propios de nuestro género y, además, le hayan robado los abrazos.

Porque, aunque no nos guste reconocerlo, el entorno socio económico influye en gran manera en nuestra estabilidad emocional. 

Las expectativas que nos hemos hecho en nuestro mundo interior sobre nuestras vidas marcará la tendencia en nuestro carácter también. Si aspiras a llegar a lo más alto en lo laboral, tener la vida de cuento de hadas con zapatos de cristal incluidos, si te comparas para perder con tu cuerpo, tus hijos, tu sueldo, tu coche, estás comprando décimos premiados en el sorteo de la depresión. 

Rebaja expectativas. Vive el HOY, nada de AYER o de MAÑANA. Quiérete y ama lo que tienes. Este maldito virus sí que nos ha enseñado lo importante que es lo cotidiano. 

 

¿Qué puedo hacer entonces si tengo síntomas de depresión?

 

No te alarmes, tiene solución.

Si ves que reúnes varios de estos síntomas, lo mejor es que acudas a tu médico de familia. Él valorará la gravedad o no de la situación y te derivará a un profesional de la salud mental en caso necesario.

Pero no calles. No te hagas la fuerte. No disimules. No creas que la vida es así y a ti te ha tocado pelear duro.

Todo eso es cierto, pero no debes hacerlo sola.

Si no le prestas la adecuada atención puede convertirse en algo muy serio.

Necesito decirte por qué hoy escribo sobre la depresión: soy su cautiva desde hace muchos años.

He pasado por todos los tipos de la enfermedad, desde los del síndrome premenstrual, dos depresiones post parto (graves, por cierto), por ansiedad y ahora, por la situación vital que soportamos desde el confinamiento. La incertidumbre, el miedo al futuro, la escasez frente a lo que acostumbraba a tener (sin faltarme de nada), el síndrome de la cabaña anidado en mis piernas, el síndrome del impostor riéndose de mi falta de talento de lunes a viernes...

Y sola no puedo.

Te necesito a ti que me lees.

Necesito a mi psicóloga, aunque a veces no me hable para que lo haga yo o no me diga lo que necesito oír.

Necesito sacar el humor en mis escritos para saber que detrás de las lágrimas están las carcajadas.

Necesito los abrazos de mis seres queridos y su apoyo incondicional.

Necesito aceptarme y no fustigarme por no ser tan fuerte como las demás.

Porque no soy fruto de la depresión, sino su víctima. Y aun así, sé que esto pasará si me esfuerzo, trabajo y me dejo ayudar por los profesionales.

Y por las pastillas de colores que tomo cada mañana para ayudarme a ver el mundo en su tonalidad real. 

Hoy he venido a airear las alfombras que me pesan este año más que nunca. A darle voz a una enfermedad estigmatizada, aunque seamos legión quienes la padecemos. 

Y no pasa nada. 

El 90% del tiempo soy una persona alegre, divertida, con una actividad frenética, creativa, cocinillas. El 10% restante soy pasto de las sombras, del llanto, el dolor, la desidia, el cansancio y la falta de sentido de la vida. Pero como sé que la nube descarga y deja paso al sol, intento continuar. 

Gracias por llegar hasta aquí. Gracias por leer mis confesiones de menopausica depresiva. Me has ayudado sin saberlo.

Cuéntame si tú has sentido alguna vez que te estabas hundiendo en un desconocido pozo negro. Ayúdame a visibilizar esta enfermedad tan silenciosa y señalada como vergonzante a veces.