Llevo días discutiendo con mi aborrescente #1 acerca del éxito vital.
Tenemos posturas tan alejadas que parecemos dos púgiles a punto de empezar un combate a vida o muerte. Y yo, esta vez, voy a por todas. No importa la diferencia de altura (a su favor) o el exceso de peso (en mi contra) porque estoy decidida a vencer.
Creo que tengo edad y experiencia suficiente para darle una pequeña lección sobre lo que es importante de verdad y lo que no lo es. Y también soy consciente de que, de todo lo que le diga, se le quedará un 1% fijado en el cerebro durante 30 segundos más o menos. Aunque soy de letras, se me dan muy bien las matemáticas aplicadas a la atención que me prestan mis cachorros. Y mi marido. Que a él también lo aturullo con muchas palabras.
No voy a ser la primera persona que se haya planteado qué es el éxito.
De acuerdo con la RAE, éxito es: Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.
Ese etc. es el que marca la gran diferencia.
Puede que te plantees el éxito desde un enfoque profesional o personal. Incluso podría admitirse una mezcla de ambos ingredientes. A veces lo dulce y lo salado combinan a la perfección.
Veamos qué tipos de éxito podemos contemplar.
Y en este epígrafe me voy a quedar a vivir yo. Esta es la definición que defiendo hasta las últimas consecuencias. Precisamente porque un día abandoné la seguridad para ser feliz. Y aunque haya menos ingresos el índice de felicidad personal es infinitamente mayor. Como rezaba el eslógan de una conocida tarjeta de crédito, esto no tiene precio.
Tal vez mi escasa fe en este modo de vida viene dada por esos charlatanes vendemotos que tanto se han esforzado por inculcarme que si compro su curso puedo ganar cientos de miles d euros al año trabajando una o dos horas al día desde una playa remota de Bali o la selva de Costa Rica.
Probablemente solo veo posible que un agente de viajes pueda llevar una vida recogida en una maleta. O tal vez alguien que haya conseguido un trabajo en la profesión de mis sueños: probador de colchones en hoteles de lujo de todo el mundo.
Que existe, no te rías de mí. Lo que pasa es que deben ser muchos los llamados y pocos los elegidos.
Amén. Bueno, si aguantas a tu familia…
En mis años de trabajo por cuenta ajena he visto muchos que permanecían en el trabajo sin tener nada que hacer porque no soportaban ir a casa. Lo más seguro es que no los quisieran allí, si no, no tiene ningún sentido para mi corta mente.
Y no te digo que no se me haya pasado por la cabeza algún día no volver hasta tarde a casa para que fuera otro el que se encargara de alguna tarea pesada. O incluso querer volver a la oficina a la media hora de haber entrado en casa. Pero eran hechos aislados. Creo recordar...
Lo cierto es que si la familia es tu prioridad y le estás robando tiempo por culpa del trabajo, puedes encontrar en ella la clave para alcanzar el éxito en la vida. Y una vez más, seguramente sea a costa de un sacrificio económico, porque el dinero no da la felicidad. Aunque ayude.
No siempre es fácil sobrevivir a un superior. Me declaro, como en casi todo en la vida, una persona muy afortunada. He tenido buenos jefes. Unos mejores que otros, claro está, pero todos ellos me han merecido respeto, y algunos, una buena dosis de admiración. Tengo relación con todos ellos en mayor o menor medida, lo cual quiere decir que había algo sincero en nuestra relación laboral.
Espero que parte de ese éxito haya sido mío también.
Para todos aquellos que no soportan recibir órdenes, los horarios impuestos, los convenios por sectores y pedir permiso para coger vacaciones el éxito será tener un negocio propio. Aunque no puedan dormir ni una sola noche, que la economía no está para echarle un pulso, precisamente.
Pero si lo que valoran es la libertad, este será su camino hacia el éxito. No es un post para hablar del fracaso. Que cada uno estudie la viabilidad de su propuesta empresarial.
Siempre que no quieras liderar una secta, este camino es perfectamente válido.
He conocido compañeros de trabajo a quienes les gustaba liderar equipos. Incluso aunque no fueran seleccionados como líderes de un grupo, ellos se creían empoderados para serlo y dirigían a sus compañeros de manera magistral.
No se trata de mezclar las dotes de mando con la capacidad innata del líder de influir en las personas. Los primeros pueden ser sargentos de la Guardia Civil sin ganas de motivar a nadie lleve o no unicornio (mi más sincera admiración y respeto por este Cuerpo de Seguridad del Estado) mientras que los segundos tienen la habilidad de sacar lo mejor de cada miembro de un equipo logrando un todo perfecto.
Si eres uno de estos, mi más sincera enhorabuena. En mi humilde opinión es harto difícil.
No quiero disfrazarlo con eufemismos del tipo “conseguir libertad financiera” alcanzar “la autogestión económica” porque es disfrazar a la mona de seda.
Aquí se está enfocando mi aborrescente y necesito con todas mis fuerzas, las pocas que me quedan ya con estos hijos que nunca maduran, quitarle esta idea de la cabeza.
El éxito enfocado en el dinero puede ser tan perverso como la bruja de Blancanieves.
Si no eres un futbolista de pata negra, un heredero de fortuna de rancio abolengo o un ladrón de guante blanco, dudo que nadie vaya a conseguir mucho dinero sin esfuerzo.
Voy a deletrearlo por si me lee algún incauto de la Generación Z:
E-S-F-U-E-R-Z-O
Recurro de nuevo a la RAE para que me recuerde qué significa esta bonita palabra:
Acción de emplear gran fuerza física o moral con algún fin determinado. Actitud de la persona que se esfuerza física o moralmente por algo.
Es decir, que no existe nada regalado. Que hay que emplear gran fuerza física o moral para conseguir ese objeto de deseo.
¿Y qué pasa cuando consigues el éxito económico y ninguno más? ¿Se puede considerar que una persona tiene éxito si luego está solo en el mundo, no le gusta el trabajo que desempeña o siente que la gente se acerca a él por interés?
Mi respuesta no deja lugar a dudas. Es un NO rotundo y categórico, pero no he sabido dar con la tecla que haga que mi hijo lo entienda.
Lo más seguro que el problema esté en que soy su madre y no ha escuchado nada de lo que le he dicho, que desconectó cuando le dije «déjame que te diga una cosa».
Personalmente me considero una mujer de éxito:
Está claro que voy a tener que seguir dando sermones al aire hasta que mis retoños vean la luz de sus éxitos personales. No pienso rendirme.
Si quieres saber un poco más sobre este tema, te recomiendo la lectura de un artículo de Magdalena Reyes Puig, filósofa y con más tablas que yo en el tema, que aborda el éxito desde muchos puntos de vista.
Y tú, ¿consideras que has alcanzado el éxito?
Te leo, lo sabes.